lunes, 7 de julio de 2014

¿Es hora de destruir España?



Fuego, destrucción, renacimiento. ¿Es eso a lo que estamos destinados? Quizas. Llega un punto en nuestra historia como país en el que al echar la vista atrás a nuestro pasado y a nuestro presente el desanimo se apodera de nosotros. La corrupción a permeado en todos los estratos de nuestra sociedad, generando la cultura de el más pillo, confundiendo ayudar a los más cercanos con el enchufismo, confundiendo el bien común con que lo común es llevarse el bien de todos. Ya esta bien, no podemos aguantar más ese camino. España siempre ha sido el país del lazarillo de tormes, de la picaresca, país que ensalza a un ladrón de furgones, a banqueros estafadores y que vota cada cuatro años a los mismos corruptos.  

Nuestra moral esta corrupta, rota, hecha añicos. Pagar impuestos no tiene sentido, evadirlos si porque si los pagas eres idiota. No somos conscientes del daño que hacemos a nuestro país cuando no pagamos el iva de una factura, cuando no declaramos ciertos ingresos escudandonos en que "nadie lo hace". Aprovechamos y exprimimos ayudas públicas como si nos fuera la vida en ello incluso cuando no tenemos necesidad, solo porque "las puedo pedir", desde el estudiante al gran  empresario, sin darnos cuenta que hacerlo supone quitarle la ayuda a alguien que si que la necesita de verdad. 

Somos una sociedad de chulos y chonis, de marujas enganchadas a la tele y de cultura del braguetazo en lugar de cultura del trabajo. Aquí el sueño no es trabajar en lo que quieres sino no tener que trabajar. Aquí pocos son los que se meten en política para cambiar las cosas y muchos los que se meten para cambiar de aspecto su cuenta corriente. 

Es el momento de romper con todo este lastre, de fracturar, dividir y derrotar todo ese pesado legado pícaro que nos acompaña. Si ello supone resquebrajar España que así sea. Solo desde sus cenizas podemos levantar algo de lo que estar orgullosos. Una nueva España hecha por todos y para todos, sin elites, sin prebendas, sin chanchullos, sin corruptelas. Una España que rinda cuentas a sus ciudadanos en la que el saber y el conocimiento sustituyan a la fiesta y el cachondeo como valores patrios exportables. Una España eficiente en la que el dinero de los impuestos no se pierda por sus sucias y atascadas cañerías y consiga llegar a ese mar de personas que realmente necesitan sanidad, educación y bienestar. 

Y si hace falta que ardamos todos pues iré a buscar cerillas…